Comentario
En las primeras horas del día 7, el dragaminas norteamericano Condor avista el periscopio de un submarino durante el desarrollo de una misión rutinaria. A pesar de transmitir la información al destructor Ward, que se hallaba de servicio, ésta no se comunicó a la estación del puerto. En vano fue buscado el submarino durante dos horas, hasta que un hidroavión lo localizó y señaló su posición mediante bombas fumígenas. Finalmente, a las 6,45 horas, el Ward pudo destruir al enemigo, un submarino de bolsillo, mediante cargas de profundidad y disparos de cañón. Hasta las 7,12 el almirante Kimmel no fue informado del incidente, quien se dirigió a toda velocidad a la isla Ford, en Pearl Harbor.
Otro incidente desvela la impericia norteamericana. Poco después del despegue de la primera oleada japonesa a las 6,15 horas, operarios que se están ejercitando en la estación de radar de Opana observan en sus pantallas la presencia de varios aviones, a 220 kilómetros de distancia. Calculan su origen y transmiten la información al Centro base en Pearl Harbor, quien les contesta que se espera la llegada de un contingente de aviones B-17 desde el continente.
Saludados por la población local que habita junto a las playas, los aviones de Fuchida se conducen a lo largo de la costa occidental, confundidos con aviones propios. Inmediatamente, los aviones se disponen para el ataque, poniendo en la práctica una maniobra aprendida de memoria durante los entrenamientos. Los pilotos japoneses conocen Pearl Harbor, pues han estudiado el objetivo a través de mapas y maquetas, de tal manera que cada uno conoce de antemano cuál es su misión.
Los escuadrones de bombarderos se agrupan en escuadrillas de ataque, cada una con la misión de realizar un ataque sobre los aeródromos. Los bombarderos horizontales adoptan las rutas de aproximación previstas, lo que permite a sus artilleros apuntar con gran precisión, al tiempo que los torpederos comienzan la maniobra de picado sobre los acorazados norteamericanos.
A las 7,50 comienza el ataque sobre los aeródromos, destruyendo en tierra al grueso de los aparatos. La labor se ve facilitada por la concentración de los aviones americanos y su disposición ala con ala. Al mismo tiempo, la guardia de los acorazados se prepara para izar la bandera. Observan con estupor cómo los torpederos japoneses descienden en picado, lanzan su carga y la estela de los torpedos se dirige hacia ellos.
Cinco acorazados -West Virginia, Arizona, Nevada, Oklahoma y California- reciben el impacto de los primeros torpedos. De momento, el buque insignia Pensylvania logra salvarse, por encontrarse en dique seco, así como el Tennessee y el Maryland, lejos de la primera descarga.
Reciben impactos también el Utah y los cruceros ligeros Raleigh y Helena.
Rápidamente las tripulaciones de los buques consiguen llegar a sus puestos de combate, al tiempo que las dotaciones auxiliares se afanan por apagar los incendios y reparar los daños. La tripulación del Nevada consigue ponerle en movimiento, encaminándose hacia la salida del puerto. Sin embargo, los atacantes pueden operar a placer y disparar con precisión sobre sus objetivos: el Tennessee recibe el impacto de una bomba que perfora los 13 cm. de blindaje de una de sus torres, estallando en su interior; el Arizona es alcanzado por otro proyectil que, tras atravesar su cubierta, explota en los depósitos de proa y parte el buque en dos. El Maryland y el California sufren también serios daños.
Cuando cesa el primer ataque a las 8,25, la práctica totalidad de los aviones americanos ha sido destruida o puesta fuera de combate. El Arizona se ha hundido con más de un millar de los tripulantes; el West Virginia se está hundiendo, presa de las llamas; el Oklahoma ha volcado; el Tennessee arde, con una torre destrozada; el California acaba por hundirse, a pesar de los esfuerzos de su tripulación; otro tanto ocurre con el Utah; el Raleigh se mantiene a flote gracias a los amarres, a pesar de hallarse totalmente inundado.
Al mismo tiempo, los submarinos enanos entran en acción, aunque sin demasiado éxito. Aprovechando que la red de protección se encuentra abierta, uno de ellos penetra en el puerto, siendo localizado mientras lanzaba un torpedo contra un buque de apoyo. El proyectil falló el blanco, si bien el submarino fue hundido mediante cargas de profundidad. Tres submarinos más desaparecieron sin dejar rastro, mientras que el último se encalló en la playa y su tripulación fue apresada.